miércoles, 21 de junio de 2017

Muñecos de paja

Un muñeco de paja es una construcción argumental para criticar una postura (o individuo, idea, movimiento, etc.), basado en representar de una forma irreal (usualmente interesada) dicha postura para atacarla, buscando el apoyo de lectores no convenientemente informados acerca de la postura real. Hay verdaderos expertos en su uso, y via uno de ellos llego a este artículo.

Por la extensión de la respuesta al artículo, que critica (en base a premisas erróneas) las iniciativas de APETP en su lucha contra pseudociencias, merece hacer una entrada ex profeso aquí.

Voy a hacer un repaso, nada breve, de incorrecciones del artículo.

Primero, que seas profesora en Físicas es irrelevante. Solo significa que has aprobado una serie de exámenes, y no impide que sufras exactamente todos los sesgos que cualquier otro humano puede sufrir. Ni siquiera es garantía de que no sufras de algún problema mental que te lleve a delirios. El nivel de estudios que tengas no es garante en ningún caso de que tus argumentos sean más acertados que el de cualquier otro. Tampoco significa que estés equivocada o que no estés cuerda, pero quiero dejarlo claro porque pretender que otros no tengan razón porque tú seas científica es una argumentación incorrecta.

Pero si eso te preocupa, APETP cuenta entre sus filas con varios científicos (empezando por su propia presidenta), además de áreas de investigación más cercanas a la salud. También cuenta con varios profesionales de la salud (cada vez más, conforme nos va conociendo la gente).

Paradigmas y Galileo. Más allá de comentar que son recursos clásicos en los discursos de reformas coercitivas del pensamiento, añadiré que hablamos de la protección social contra estafadores, basada en las pruebas de que disponemos. En tu símil, APETP es Galileo luchando contra hordas de aprovechados que, frente a las evidencias, insisten en hacer creer en "amimefuncionismos".

Son los científicos y profesionales anteriormente mencionados quienes, repasando la evidencia disponible, generan los artículos que se pueden leer en el listado de pseudoterapias de nuestra web, de los que se va uno por uno indicando si son un completo fraude, si tienen alguna parte de validez, o incluso si son legítimos en algunos campos pero se ofertan usualmente como válidos para otros en los que no lo son (y por tanto son pseudoterapias en esos campos). Nada de "meterlo todo en el mismo saco". De hecho, muchas de las propuestas están en la lista porque hemos recibido casos de afectados por ellas. Algunos (y solo uno ya serían demasiados), mortales. Muchos (y solo uno ya serían demasiados), muy graves. Lo de que el mayor riesgo sea perder tiempo y dinero no es correcto. Eso es lo de menos que te puede pasar. Lo de mayor riesgo es que te alejen de tu familia, de un tratamiento efectivo, y te maten. Y recibimos casos así.

Por supuesto, podemos explicar cosas como "los metaanálisis más rigurosos indican que los resultados favorables de la homemopatía/reiki/biorresonancia cuántica/angeloterapia/acupuntura/reflexología/ son compatibles con el placebo", pero para empezar, ni siquiera hay evidencias de muchas de las propuestas que se ofertan como terapéuticas, y eso ya es un primer fraude mayúsculo. En APETP no tenemos ningún problema con que se propongan, como terapéuticas, las "terapias alternativas/complementarias/holísticas/integrativas/naturales" que hayan demostrado que funcionan. Solo que entonces ya no serán "alternativas/complementarias/holísticas/integrativas/naturales". Serán simplemente medicina.

Tampoco queremos dorarle la píldora al vendedor de humos. Si te vendo esta piedra de playa que me acabo de encontrar, que mejora las defensas, a 50€ por ser tú, no vamos a marear a quien pueda estar leyendo los informes con buenismos del tipo "nadie sabe cómo funciona aún mi piedra de playa mágica para subir las defensas, pero quizá en el futuro la ciencia descubra que estaba equivocada y por tanto no podemos concluir de forma fehaciente que te estoy proponiendo una estafa como un piano para aprovecharme del efecto placebo y reducir tus niveles de estrés, ansiedad y dolor con un trasto inservible de 50€ cuyo efecto podrías haber igualado o superado por menos precio yendo a dar un paseo, charlando con amigos, leyendo un buen libro, yendo a ver una película que te guste, relajándote con buena música, visitando un spa, dándote un masaje, durmiendo una siesta o masturbándote", Si tenemos constancia de que algo es un fraude peligroso porque recibimos casos de afectados por una propuesta de la que los profesionales del sector nos indican que no tiene evidencias o las que hay son contrarias a su validez, es exactamente lo que vamos a decir, le pese al posmoderno que le pese.

No voy a comentar mucho acerca del conspiracionismo (de verdad, ¿qué coño pinta la industria química en una iniciativa creada porque un hijo de puta convenció a un chaval de que podía curarse de una leucemia tomando vitamina C y sin quimioterapia?). ¿Alguien cree que la industria química (lo que quiera que sea a lo que se refiera eso, supongo que es por no decir "farmafia") tiene algo que ver con que te maten a un hijo y, buscando alertar a la sociedad, te encuentres con que es un problema extendidísimo e intentes hacer algo para contrarrestar la desinformación imperante? Es una visión muy distorsionada y peligrosa, de nuevo síntoma de posibles problemas de reforma coercitiva del pensamiento. No tiene nada que ver con eso (y de hecho, gran parte de los que iniciamos esta aventura no tenemos ninguna relación laboral en temas sanitarios ni ninguna ligazón con promotores empresariales de ningún tipo, siendo totalmente independientes y costeando nuestras iniciativas de nuestros bolsillos). Y no, la ciencia no necesita acólitos. La sociedad, en cambio, sí necesita científicos y profesionales sanitarios que les protejan de estafadores. Y hasta hace bastante poco, demasiados científicos estaban de perfil en el tema, y demasiados profesionales sanitarios eran los que promovían estas cosas. Estamos intentando cambiar esto.

Porque los médicos, ni los científicos, tienen que decirle a nadie en qué creer. Porque no hablamos de creencias. Pero sí tienen una responsabilidad social en la protección de la salud y la información, y tienen que decirle a la gente qué supuestas propuestas terapéuticas son falsas. Hay que dejar de hablar de "terapias alternativas" cuando nos referimos a fraudes que no son terapias, y por tanto no pueden ser alternativas, ni complementarias, ni integrables al sistema sanitario. Por supuesto, tienen que impeler a la gente a que, ante un problema de salud, lo dejen en manos de los profesionales adecuados. Lo de que no se vendan sustancias prohibidas, ojalá se hiciera (ahí tienes el auge del MMS por parte de charlatanes peligrosos como Pàmies), pero así debería ser.

La medicina es imperfecta y falla (tanto a nivel técnico como de implementación humana), y claro que hay que aprender de esos errores y subsanarlos. Por ejemplo, un gran fallo ha sido la dejadez y permisividad que ha llevado a universidades, hospitales, colegios profesionales y muchos supuestos profesionales a introducir dichos fraudes entre su formación y práctica, dándole así un halo de credibilidad que jamás debió tener. Pero también, afortunadamente, estamos ayudando a que se den cuenta del problema y que empiecen a cambiarlo.

El riesgo no es solo que se rechace la medicina oficial, no te equivoques; incluso aunque se disfrace de complementaria, una propuesta inútil que se ofrece junto con otra realmente efectiva hará a su usuario creer que la primera es la que ha tenido el efecto real (según varios experimentos en psicología), desorientando así al paciente sobre las decisiones que podrá tomar en el futuro, y además probablemente haciéndole tender a probar otras propuestas aún más peligrosas. El riesgo de base en todo esto es claro: al mentir al ciudadano, sus decisiones sobre salud no se basan en información veraz, y por tanto dejan de ser libres. Las consecuencias pueden ser que le estafen, que le hagan perder tiempo (que puede ser vital), que acarree innecesariamente con problemas de salud por estar acudiendo a un estafador en lugar de a un profesional sanitario, que se le induzca a creer que la causa de su problema es culpa suya o de su entorno, separándoles de ellos, y un largo etcétera que termina en un sufrimiento y/o muerte prevenible de la víctima.

La medicina es imperfecta y muy equivocado está quien piense que cree que lo sabe todo. Si ya lo supiera todo, no haría falta tener multitud de equipos de investigadores tratando cada día de aportar solución (o al menos, paliativos) a problemas terribles. No haría falta la ciencia, que es la que trabaja para indagar en nuestra ignorancia y obtener respuestas que, por lo general, son incompletas e imperfectas y requerirán de más profundización en ellas. Pero que no lo sepa todo no significa que no sepa muchas cosas, sobre todo en conjunción con el resto de campos de la ciencia. Sabe, por ejemplo, que las ultradiluciones de sustancias que en bajas diluciones generan ciertos síntomas no sirven para tratar esos síntomas. Sabe, por ejemplo, que no existen energías místicas que canalizar, ni meridianos mágicos en el cuerpo, ni conexiones entre el pie (o el iris, o la oreja) y todos los demás órganos del cuerpo, ni propuestas "cuánticas" que usar como curativas, ni un largo etcétera que se están proponiendo actualmente, algunas de enorme popularidad.

Voy a insistir: no estoy contra la experimentación. APETP no está contra la experimentación. Nadie está contra la experimentación. Si alguien quiere pasarse la vida intentando detectar y canalizar esas energías místicas, que haga lo que le dé la gana con su tiempo y sus recursos. Pero, por favor, que no lo oferte como curativo (a 60€ la sesión) hasta que sus ensayos clínicos aleatorizados a doble ciego y revisados por pares y publicados en revistas especializadas y replicados por terceros independientes hayan conseguido dejar claro que esa propuesta era real. Soy el primer interesado en poder manejar La Fuerza para curarme de mis males sin necesidad de medicamentos (o para lanzar rayos, ya puestos). Parte del problema es que, de hecho, sí se ha experimentado, y mucho, en varias de estas pseudoterapias, y las conclusiones son que no funcionan. Aún así, se están vendiendo. Se está estafando con ellas.

La medicina oficial tiene mucho que aprender. Y los aviones, a veces, también se caen. Pero esto no puede servir como excusa para los que venden alfombras mágicas voladoras. Mucho menos, para perseguir a los que critican que se vendan alfombras mágicas voladoras. ¿Tenemos que levantar la voz sobre otros asuntos? Muchos lo hacemos, intentando buscar el mayor criterio y rigor para no caer en conspiraciones quimiofóbicas bastante comunes. Por ejemplo, ante los desmanes de la industria farmacéutica, siempre recomendamos apoyar iniciativas como www.alltrials.net.

La ciencia médica es imperfecta, pero es la mejor que tenemos. Creer que otras propuestas pueden funcionar donde la ciencia no llega, es caer en las garras de cualquiera que quiera venderte cosas como que la mente crea la realidad, incluyendo las enfermedades, que podemos curar enfermedades con la mente, y otras peligrosas propuestas pseudoterapéuticas de alto riesgo sectario (que en el ejemplo propuesto, recogen las premisas de la conocida psicosomática y la extienden hasta límites aberrantes). De vendedores de piedras mágicas para mejorar las defensas está el mundo lleno, solo que le ponen nombres un poco más rimbombantes. Gemoterapia, por ejemplo. O, actualmente, neurogemoterapia, que vende más. Con neurogemoterapia cuántica te llevas un 25% más de incautos. Y te apuesto lo que quieras a que, con ella, puedo conseguir testimonios de gente que lo avala porque le ha hecho sentirse mejor. Le subiré el precio de 50€ a 75€.

La medicina es imperfecta, pero desde el primer momento (y así se expresa en su deontología) se entiende al ser humano como un todo. Es usual que un facultativo te pregunte en su consulta si duermes bien, qué tal va tu nivel de estrés, qué tal la dieta que llevas, si haces algún tipo de deporte, etc., más allá del problema que vayas a consultar. Incluso hay chistes al respecto como:
–Entonces, doctor, ¿si dejo de fumar y de beber, duermo 8 horas todos los días, me abstengo de ir con malas mujeres, como legumbres, frutas y verduras, y dedico mi tiempo al ganchillo, viviré más?
–No, pero se le hará más largo.

También es usual que salgas de la consulta sin absolutamente ninguna prescripción más allá de "tener paciencia" o un "lo siento, hasta aquí hemos llegado con el estado del arte". También hay chistes al respecto como:
–¿Qué te ha dicho el médico, Manolo?
–Nada, que lo mío es hipocondríaco y que me busque un hobby.
–¿Y esa cara?
–Pues que a ver dónde encuentro yo ahora un puto enano de la Tierra Media.

Lo curioso es que, cuando uno sale del médico sin una receta, ¡a veces se enfada! No me extraña que proliferen engaños como la homeopatía.

La medicina siempre ha sido "holística" e "integrativa". Lo que pasa es que algunos pretenden que no es así, atribuyendo para sus propuestas estas características, e intentando integrar verdaderos fraudes como supuestos remedios. Contra eso es contra lo que luchamos en APETP.

Sobre Hipócrates (ha llovido un poco desde entonces): el cuerpo tiende a la autorrecuperación, pero cualquiera que haya necesitado, por ejemplo, un trasplante de riñones sabrá bien que tiene un límite y, a veces, quien le cura es el doctor.

Si hablamos de terapéutico sobre cualquier cosa que te pueda hacer sentir mejor, efectivamente todo es terapéutico: una mentira es terapéutica. Una paliza puede ser terapéutica (si crees que te la mereces). Cualquier estafa será terapéutica. Te vendo mi piedra de playa y todos encantados, tú con mi terapéutica piedra de playa y yo con tus 50€.

Disculpa, pero hay que hablar de ética: la aplicación del efecto placebo es muy interesante, pero tiene que ir de la mano de no engañar al individuo (de hecho, sabemos que incluso a sabiendas de que una propuesta es placebo, su efecto se puede seguir apreciando), y sobre todo (y más importante para mí), de no desorientarlo con respecto al funcionamiento de la realidad: si tú crees que mi piedra de playa mágica (que además es natural, holística, sin efectos secundarios) mejora tus defensas, es bastante probable que ante una enfermedad infecciosa (tuya o de alguien a tu cargo) pienses "voy a probar primero con esto y, si no se me pasa, ya iré al médico". Porque los humanos funcionamos así. Y ese tiempo puede ser letal o complicar mucho las cosas. Encima, fundado en un fraude.

Quizá el problema sea que creas que nos metemos con la arteterapia, risoterapia o con la musicoterapia (de las cuales la única queja es que se esté abusando coloquialmente del término "terapia", que induce a algunas personas a creer que pueden curarse de una afección física gracias a ellas, más allá de contribuir a reducir estados de estrés o ansiedad). No tenemos nada en contra de ninguna técnica legítima que demuestre que contribuye al bienestar de forma ética, insistiré lo que haga falta. Lamentablemente, son las menos (unas seis o siete de entre más de 140 de cualquier listado no exahustivo que se haga). Asunto muy distinto es, sin irse muy lejos, la mencionada "gemoterapia", por poner un ejemplo de un abuso totalmente fraudulento del término. No sé si ves la diferencia. Y esto son los ejemplos más leves; en el otro extremo tienes la bioneuroemoción, biodescodificación, nueva medicina germánica, sintergética, "medicina antroposófica"...

Recuperar la cordura en el terreno de la salud es precisamente lo que buscamos en la asociación. En APETP sabemos que no se puede saber todo, pero tenemos muchos teléfonos de quienes que saben mucho, y les consultamos constantemente. Tratar de decir "como no lo sabemos todo, esto funciona" es la falacia ad ignoratiam; primero demuestren y, solo después, oferten. Tampoco es riguroso haber montado un muñeco de paja a base de hacer creer que decimos las cosas porque nos apetecen que sean así. En cada elemento del listado de pseudoterapias en el que tenemos preparada su ficha extendida sobre por qué lo son, podrás encontrar las fuentes y la referencia de quien ha confeccionado el artículo.

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